"Escucha-Imagina-Representa, cuadernos de entrenamiento auditivo". Volumen 2. Capítulo 2. Metodología para la conceptualización de estímulos sonoros complejos


Como se explicó de manera exhaustiva en el Capítulo 1 del Volumen 1 de esta serie, la habilidad que conocemos como “tener buen oído” se puede redefinir como la capacidad de crearse representaciones mentales especializadas, llamadas Representaciones Mentales Musicales (RMM) con base en “asociaciones entre conceptos musicales y sus representaciones sonoras correspondientes”[1]. Una RMM consiste en última instancia en “una serie de conceptos y memorias asociadas a los componentes de un estímulo [sonoro, visual o declarativo], ordenados en una secuencia [temporal] específica.[2] En los párrafos siguientes se profundizará en el proceso de conceptualización de los llamados aquí estímulos sonoros complejos, objeto central de estudio de “Escucha-Imagina-Representa”.

 

Los estímulos sonoros que se estudian en la clase de entrenamiento auditivo se pueden clasificar en dos tipos, que pueden nombrarse como básicos y complejos. Los primeros, nombrados por Romero como modelos sonoros,[3] son aquellos que sirven para aprender a asociar un concepto teórico con su representación sonora, como escalas, arpegios, conducciones a la tónica, esquemas cadenciales, intervalos o figuras rítmicas. Los estímulos sonoros complejos, por su parte, están formados por la suma de numerosos componentes simples -un sonido o un valor rítmico- o compuestos -una figura rítmica, un intervalo, un acorde o una línea melódica- asociados a conceptos de categorías diversas[4]. Por poner sólo un ejemplo, un sonido de una melodía tonal tiene una función melódica y a una armónica, es parte de un giro melódico y éste a su vez lo es de una idea musical que incluye duraciones agrupadas en figuras rítmicas. Por estímulo sonoro complejo entenderemos aquí desde una secuencia de duraciones (una línea rítmica) o un contorno melódico hasta una obra musical completa.

 

Los procesos de conceptualización realizados en clase para estímulos básicos y complejos siguen un propósito diferente. Mientras que el proceso de conceptualización de modelos sonoros incluye desde el inicio su etiquetación, es decir, la declaración del concepto a la vez que se escucha el modelo,[5] se espera que el estudiante sea capaz de descomponer, clasificar y representar los componentes de un estímulo complejo por su cuenta, siendo el desarrollo de esta habilidad una de las metas más difíciles de alcanzar en la clase de entrenamiento auditivo.

 

En general, el proceso de conceptualización de un estímulo sonoro complejo está conformado por una serie de actividades que pueden clasificarse en cinco tipos:

 

1)     Contextualización

2)     Habituación

3)     Apropiación del estímulo sonoro que se conceptualizará

4)     Conceptualizaciones parciales

5)     Representación de la conceptualización

 

1. Contextualización. Es la actividad con la que normalmente comienza la conceptualización, y consiste en familiarizar a los estudiantes al entorno conceptual del estímulo sonoro. Si se trata de una obra tonal, realizar ejercicios de entonación de escalas y arpegios, conducción a la tónica, etc., en el tono de la obra. Si la actividad será rítmica, identificar el pulso y el compás de la obra, identificar aspectos que puedan interferir con su conceptualización, como variaciones a la duración de las figuras rítmicas debido a la articulación y a la agógica, etc. En el caso de música no tonal, entonar los tricordes básicos en diferentes alturas.

 

2. Habituación. Consiste simplemente en escuchar el estímulo sonoro sin pretender “resolverlo”, es decir, conceptualizarlo. Simplemente habituarse a él. Las conceptualizaciones estructuradas en tiempo real demandan una atención focalizada en codificar y almacenar información desplegada de manera consecutiva en el tiempo, y cualquier imposibilidad o duda en la codificación de un componente ocasiona normalmente una ruptura del proceso, frustración y pérdida de atención e interés en lo escuchado subsecuentemente. En esta etapa se puede obtener, sin embargo, información básica del estímulo, como el compás en que se encuentra o la tónica de una obra tonal. Las recomendaciones previas a la realización de las actividades propuestas para el primer movimiento de la Sonata para Violín en Mi mayor de Handel y el cuarto movimiento de la Sonatina Op. 100 para violín y piano de Dvořák, incluidas en la Unidad 5 de RITMO, están relacionadas con la habituación al estímulo sonoro. En estos casos, la habituación es determinante para aprender a reconocer las afectaciones agógicas que pueden hacer difícil la conceptualización de las figuras rítmicas.

 

3. Apropiación. Consiste en “hacerse” del estímulo sonoro que se conceptualizará mediante un proceso de repetición-memorización total o parcial. La apropiación es una condición básica para resolver cualquier actividad de conceptualización, ya que permite transformar mentalmente el estímulo sonoro, para aislar posteriormente sus componentes, analizarlos fuera del tiempo y facilitar su clasificación y representación.     

 

La apropiación es una tarea cognitiva compleja, en la que intervienen factores de naturaleza diversa, como las características acústicas de la música (tempo, registro, timbre, textura, etc.); capacidades vocales, de coordinación rítmica, de atención y retención del estudiante, su grado de familiaridad con el lenguaje y con la tímbrica de la música, y la duración y cantidad de información de la música a apropiarse. Para darse una idea de la dificultad que implica la apropiación, basta intentar memorizar una línea melódica a un tempo moderado cuyo lenguaje no nos sea familiar que tenga una duración de seis o siete segundos: nos tomará algunos minutos y necesitaremos oírla varias veces, y posiblemente necesitemos fragmentarla para clarificarnos algunos pasajes.  Pero, como cualquier habilidad auditiva, la capacidad de apropiación se puede desarrollar y mejorar sustancialmente con el paso de los años, para lo cual es necesario ofrecer al estudiante un método de trabajo preciso. Se recomienda seguir en clase estrategias de apropiación basadas en las siguientes etapas:

 

1.      Analizar la estructura y los grados de parentesco de los componentes del estímulo sonoro. Esto permite hacerse una idea general del estímulo sin perderse en los detalles, y crearse una primera representación mental que servirá como referencia para ubicar los componentes que se reconozcan en futuras audiciones de manera ordenada en una línea de tiempo. Esta etapa es sugerida como actividad principal de preparación para la realización de los ejercicios propuestos en la Polonaise, BWV Anh 125 de C. P. E. Bach incluida en la Unidad 5 de RITMO.

2.      Crearse una representación mental más elaborada con base en conceptos primarios[6], como describir el contorno melódico de una melodía.

3.      Etiquetar los componentes más reconocibles o destacados del estímulo sonoro. Esto permite crearse puntos de referencia cada vez más precisos alrededor de los cuales se pueden ordenar los demás componentes.

4.       Agrupar los componentes en unidades coherentes, como “movimiento por grado conjunto ascendente” o “arpegio descendente”. La agrupación permite reducir la cantidad de información que hay al almacenar en la memoria, favoreciendo una retención cada vez más grande.

5.      Repetir externamente el estímulo sonoro con la voz o con palmas, en caso de tratarse de una actividad rítmica. La repetición es un medio necesario para reafirmar y confirmar la apropiación. Es importante insistir que el trabajo mental previo a la repetición es fundamental. Repetir un estímulo sonoro sin un trabajo suficiente de concientización previo puede traer consecuencias negativas en el proceso de apropiación, ya que los estudiantes normalmente cometen errores que se fijan en la memoria y no son fáciles de revertir.

 

Por otra parte, la imitación, entendida como una repetición instintiva sin la medicación de una conceptualización previa, es también una herramienta muy útil como paso inicial para la apropiación. En caso de decidir utilizarla, se recomienda dividir el estímulo sonoro en fragmentos de tiempo muy breves y formados con pocos componentes, para evitar memorizar el estímulo con distorsiones.

 

               Aun siguiendo este procedimiento, no es real pretender que todos los estudiantes logren apropiarse del estímulo sonoro en su totalidad, ya que cada uno de ellos tiene un perfil cognitivo diferente. La variedad de respuestas posibles ante la tarea de apropiación es muy amplia. En un extremo se encuentran los estudiantes que no pueden memorizar fragmentos extensos ni repetir adecuadamente, pero que conceptualizan con mucha rapidez. En el otro, estudiantes que pueden repetir perfectamente, pero tienen dificultades para conceptualizar los componentes del estímulo. Se recomienda por lo tanto seguir diversas estrategias de apropiación en clase para favorecer el desarrollo de todos los estudiantes, desde actividades donde se dedique un tiempo considerable a apropiación de música con una duración larga ofreciendo herramientas diversas para conseguirlo, hasta actividades en las que se apropien y conceptualicen fragmentos pequeños de la manera más rápida posible.

 

Como se ha visto, la apropiación del estímulo sonoro implica un primer acto de conceptualización. El profesor puede decidir el grado de conceptualización al que llegarán los estudiantes antes de concretar el ejercicio, incluyendo la conceptualización de todo el estímulo sonoro en la mente antes de escribirlo. En Música para Charlar de Revueltas, obra incluida en la Unidad 2 de MÚSICA TONAL, se proponen algunas actividades para cuya realización es necesaria una apropiación en la que se conceptualiza todo el estímulo.

 

4. Actividades de conceptualización parciales. Durante el proceso de apropiación del estímulo sonoro se pueden realizar diversos ejercicios para ayudar al estudiante a conceptualizarlo y para propiciar una escucha más analítica. Estos ejercicios se dividen básicamente en dos grupos:

 

1.      Ejercicios que propician la conceptualización o reconocimiento auditivo de uno o un conjunto reducido de componentes.

2.      Preguntas cuyas respuestas hacen necesaria una escucha atenta del estímulo completo.  

 

Al primer grupo pertenecen actividades como:

 

1.      Detener la escucha del estímulo sonoro en algún punto estratégico y solicitar al estudiante que conceptualice el último componente que escucha. Por ejemplo, conducir a tónica el último sonido esuchado, o la función tonal del último acorde escuchado.

2.      Escuchar un fragmento pequeño del estímulo sonoro y pedirle al estudiante que conceptualice alguno de los componentes que escucha (como el tercer sonido de una serie de cinco), o todos los componentes, pero en un orden diferente al escuchado.

3.      Darle al estudiante un componente sonoro -como una figura rítmica- o y pedirle que indique cada vez que aparece en el estímulo sonoro.

 

Algunas variantes de este último ejercicio son sugeridas para realizar actividad propuesta en el primer movimiento de la Sonata en La bemol mayor, D.557 No.5 de Schubert incluida en la Unidad 5 de RITMO.

 

 

Al segundo grupo corresponden preguntas como:

 

1.      ¿en qué compás se encuentra el sonido más agudo de la melodía?

2.      ¿en qué compás se encuentra un arpegio de V en primera inversión?

3.      ¿en qué compases aparecen acordes de dominante secundaria?

 

A este grupo pertenecen las actividades propuestas para Le Petit Nègre, de Debussy de la Unidad 5 de RITMO.

 

5. Representación. Consiste en escribir la música conceptualizada. En esta etapa de trabajo es donde confluyen las habilidades auditivas y conocimientos teóricos del estudiante, y donde el profesor puede valorar mejor el grado de avance en la asimilación de conocimientos tanto como le permite observar con mayor claridad las problemáticas individuales, desde deficiencias básicas de ortografía musical hasta dificultades en los procesos de conceptualización, pasando por aspectos de orden psicológico, como falta de atención y de memoria.

               Estos cuatro conjuntos de actividades no se realizan necesariamente de manera consecutiva, ni es necesario realizarlas todas en un solo ejercicio de conceptualización. Es posible diseñar tanto estrategias de clase en las que se sigan una secuencia rigurosamente ordenada, como estrategias en las cuales se omitan uno o varios tipos de actividades, o bien que se realicen de manera no ordenada. A continuación se describen algunas posibilidades:

 

I. Estrategia que sigue todos los pasos de manera ordenada.

1.      Hacer ejercicios de contextualización.

2.      Escuchar la música para habituarse a ella.

3.      Escuchar la música a conceptualizar tantas veces como sea necesario hasta que los estudiantes tengan una idea clara de su estructura. Favorecer esta tarea realizando actividades de conceptualización parciales con las cuales los estudiantes identifiquen características específicas de la música que los ayuden a memorizar.

4.      Fragmentar su escucha en secciones con una cantidad de información adecuada para ser imitadas y/o memorizadas por los estudiantes. Repetir cada fragmento la cantidad de veces necesaria hasta que un número considerable de estudiantes logre apropiarse de toda la música o hasta que hayan llegado al límite de sus posibilidades.

5.      Pedir a los estudiantes que escriban la mayor cantidad de información posible antes de volver a oír de nuevo la música.

6.      Continuar escuchando la música para seguir con el proceso de escritura. Se recomienda escuchar la música siempre de principio a fin, por dos razones: 1) para que los estudiantes avancen a su propio ritmo de acuerdo con sus capacidades, y 2) para propiciar el desarrollo de una atención dirigida hacia puntos específicos y de una mayor capacidad de retención.

 

Este camino estratégico admite las siguientes variantes:

1.      Omitir el paso 1, e inferir el contexto conceptual del estímulo sonoro a partir de su escucha.

2.      Omitir el paso 1 y hacer ejercicios de contextualización posteriormente solo de ser necesario.

3.      Omitir el paso 3, o no realizarlo de manera exhaustiva, sino solamente como un recurso adicional a la habituación.

4.      No realizar actividades de conceptualización previas en el paso 3.

5.      Fragmentar la música en secciones con una cantidad de información que haga necesario una mayor cantidad de recursos y conocimientos para su memorización, pero que sean una meta alcanzable para la mayor cantidad de estudiantes.

6.      Fragmentar la música en secciones con poca información y limitar la cantidad de veces que se escuchan.

7.      Incluir en algunas de los pasos la imitación al teclado, que ya implica una conceptualización parcial de lo escuchado.

 

II. Conceptualización-realización en tiempo real. Este camino consiste en que los estudiantes “resuelvan” una actividad de conceptualización al mismo tiempo que escuchan el estímulo sonoro, para lo cual el profesor debe escoger un ejemplo musical más sencillo de los que utiliza normalmente y que contenga únicamente información que los estudiantes dominen perfectamente. Es importante que el profesor ofrezca al estudiante estrategias de escritura rápida para escribir lo que se escucha, como hacer representaciones parciales del ritmo asociando duración con distancia. Esta dinámica puede ser precedida por actividades de contextualización.

 

III. Memorización del estímulo sonoro completo antes de su conceptualización.  Esta estrategia toma una cantidad de tiempo que rebasa el límite de la clase, por lo que, en caso de realizarla, se recomienda pedirles a los alumnos que memoricen durante la semana el ejemplo musical y escribirlo en la siguiente clase. Aunque es un camino demandante para los estudiantes, es útil realizarlo. Además de favorecer la ejercitación de la memoria, permite al profesor observar los procesos y problemáticas individuales de repetición, conceptualización y representación, ya que cada estudiante hará cada etapa en sus propios tiempos. La estrategia sugerida para realizar la actividad propuesta para la Novelette I de Poulenc, incluida en la Unidad 3 de MÚSICA TONAL incluye la memorización de toda la obra a lo largo de varias sesiones de clase.

 

               En cualquier actividad de las propuestas a lo largo de este cuaderno -incluyendo aquellas en las que se ha sugerido un procedimiento específico- se pueden aplicar las diversas estrategias de conceptualización ya explicadas. El proceso para representar gráficamente una línea rítmica o una melodía (tonal o no tonal) puede hacerse siguiendo un orden metodológico riguroso, o memorizando total o parcialmente el estímulo, o bien en tiempo real. El reconocimiento de diferencias entre estímulos sonoros y representaciones gráficas, puede hacerse memorizando el estímulo sonoro y comparar lo memorizado con las variantes escritas, o bien hacer comparaciones en tiempo real. Lo mismo podría decirse de las actividades propuestas en INTERVALOS: el estudiante podría ir señalando las estructuras interválicas correctas al mismo tiempo que escucha el estímulo, o bien podría memorizarlo y posteriormente señalar las estructuras correctas. Cualquiera de las actividades podría realizarse después de un período largo de habituación y apropiación, o bien se podrían realizar con una preparación mínima o nula. Como se ha visto, las estrategias para aproximarse a la conceptualización de estímulos sonoros aceptan una multiplicidad de variantes. El análisis en detalle de estas estrategias expuesto en los párrafos anteriores es una invitación al profesor a adoptar una actitud creativa y propositiva en clase, e incidir de manera más significativa en la formación musical de sus estudiantes.



[1] EIR Vol, 1 pág. 4

[2] EIR Vol. 1 pág. 11

[3] Formar el oído, p.

[4] EIR Vol. 1 págs. 4-9

[5] Puede hallarse una metodología específica para la asimilación de modelos sonoros en las páginas de Formar el oído

[6] EIR Vol 1, pag. 9


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